viernes, 22 de octubre de 2010

¿Qué rayos pensó quien nos puso en la tierra?


A quien se le ocurre nacer en el siglo de los extremos, de las facilidades, de las simplicidades y de las angustias, donde todo es negro o es blanco, y no depende de matices, depende de factores que se traen incluso desde antes de nacer, a veces me pregunto si cuando mis hijos nazcan el mundo rodará con la intensidad con la que lo hace ahora, se mueve violentamente, los días duelen y son perturbadores, pagas por el aire que respiras y muchas veces se piensa que sería mejor desistir y dejar todo de lado, quedarse encerrado, sin ver las noticias, sin salir a la calle, sin ver a la gente sufrir, sin ver que la pobreza nunca va a extinguirse, la violencia es como una pandemia que ha infestado la tierra. Los vicios se modernizan, antes sólo existían los vicios mundanos como el alcohol, como las drogas estimulantes, ahora hay vicio al trabajo, vicio al amor, vicio al sexo, vicio a la tecnología, vicios y más vicios, lo peor es que hay quienes lo venden y lo promueven, las televisiones son las nanas de los niños, los ancianos son muebles, las mujeres son objetos y los hombres unas máquinas de matar. Las armas son los juguetes preferidos de los niños y juegan a volar cabezas, sus sueños se convierten en realidad cuando adquieren un poder que se desvanece con su vida. Nadie piensa en el mañana, se vive y si se logra resistir en un mundo violento que huele a sangre. Los héroes se han distorsionado. No hay superhéroes de cómics, ahora son villanos reales, con el rostro tapado, millones de billetes, carros de modelo reciente y armado hasta los dientes.
Todo era tan distinto cuando la ignorancia se apoderaba de todos, cuando la violencia se veía en las telenovelas churrescas del canal de las estrellas y nada podía superar la tragedia de la buena mujer que lloraba todo el tiempo.
El mundo se mueve con dinero, todo comienza en el momento que se nace en una cuna pobre, sin recursos monetarios para comprar una escuela, un nombre y se vive del rechazo de la sociedad. De un pueblo desolado, de precarios alimentos, de pies descalzos. Con un gobierno perturbador y sentenciador, el siglo veinte fue cruel para los miles de pobres del país, no había manera de salir sin estudios, muchos decidieron abrir camino a su manera. Conocieron el infierno, pero nada es más espeluznante como lo que hoy sucede, si hay que culpar a alguien, se propone culpar a las circunstancias que propiciaron los catastróficos hechos que después de unas décadas se viven en un presente minúsculo y poco favorecedor
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