"Las Adelitas"

A veces me pregunto que pensarán todas aquellas valientes que con metralleta en mano, municiones en el pecho y los calzones bien puestos, lucharon ante la guerra de la Revolución Mexicana, no detrás del hombre que se iba a pelear, sino a un lado e incluso, delante de quienes se suponía llevaron el mando de esta historia, ya que después de que les mataban a sus hombres durante la batalla, ellas seguían al pie del cañón, con la firme decisión de terminar de una vez por todas con la injusticia. Ahí se comprendió que la mujer representa más que un eslabón, la pieza más importante de toda base social y emocional para el ser humano, quien da la vida y quien pare al huevudo que hasta la fecha, le ha perdido el respeto a esa hembra que nunca ha reparado en dejarlo todo, incluso la vida, si se requiere para buscar el bienestar de quienes la rodean. Nunca he sido feminista, jamás demerito el trabajo de los hombres, quienes han sabido defender a la humanidad. Sin embargo mientras pasa el tiempo y todo gira alrededor de las injusticias y el poder, el valor de las personas se ha devaluado. Es falso cuando se dice que el sexo débil es la mujer, pero es ella quien la lleva de perder.
El día 25 de octubre, del presente año, la joven Carmen Figueroa Pérez con 22 años de edad, murió a causa de una herida de proyectil con arma de fuego, la cual le dejó un orificio de entrada en el ojo izquierdo. La llamada de emergencia se dio a la 1:39 de la madrugada, su cuerpo sin vida estaba en el que era su hogar, en San Miguel Zapotitlán, en el municipio de Ahome. La investigación quedó a la deriva, su esposo, un hombre de 25 años de edad de nombre Rosario Ruiz, agente de la policía municipal de Ahome, poseía como instrumento de trabajo una pistola .9 milímetros, ese mismo artefacto, sospechosamente fue el que le quitó la vida a Carmen. “Llevaba sólo un mes en su casa, había dejado a su esposo por que la golpeaba mucho”, comentó una de las tías de la víctima. A la fecha, Carmen quedó sentenciada a que su muerte fue por suicidio, su esposo sólo quedó unas horas arrestado y hoy anda libre de toda culpa.
Milka, joven que ultimaron fuera de su casa, de la sábana resaltaba su vestimenta roja y su delicado pie, una bala entró por su cabeza para darle muerte a una más.
Seis de un tajo, dentro de una tienda muy conocida de una llavecita, mujeres trabajadoras que hacían un inventario y murieron asfixiadas por el humo provocado por un incendio en la planta baja del lugar. Muertes inconclusas, algunos afirman que no tenían llaves y que estaban encerradas, pero los directivos aseguran que si no salieron fue por que no podían pasar debido al incendio.
Más de 100 muertes de mujeres en Sinaloa en lo que va del año, algunas incidentalmente (muy pocas), las otras con toda alevosía y ventaja, sin embargo mientras cerraba este inconcluso escrito, mi rumbo gira en el sentido contrario. Hoy 20 de noviembre del 2010, con la celebración de los 100 años de una Revolución que no ha hecho justicia, una noticia cambió estas tragedias.
En medio de un aparatoso accidente automovilístico ocurrido en una curva llamada “Los chorizos”, donde afortunadamente los daños sólo fueron materiales, ya que una camioneta silverado y un jetta blanco se impacta, dentro de la camioneta, viajaba una mujer que iba a dar a luz, en el otro carro casualmente también iba a bordo una mujer embarazada de 9 meses.
Betzaida Martínez, dio a luz en medio del accidente, con ayuda de los paramédicos que la auxiliaban… una niña sana que no vio lo que todo mundo, se afrontó a la realidad misma, un país atropellado en el que ella y su madre lucharon para no salir lastimadas.

foto: El Debate Guasave

dulces encantos

Dulce como el viento que alcanza a emancipar las tragedias meridianas de un amor convaleciente. En pleno otoño y provocamos un fuego mucho más verdadero que el mismo incendio de una tarde de verano.

No eran las metas de esta vida pero los cuerpos estaban a la vista del mundo, con las manos inquietas y las bocas dispuestas.

No queda más que hacer, entregar lo que vale por lo que nos sirve en este momento.

Es tan frío este juego

Entre el temblor de la tierra ya poco precisa y mi temblorina arrítmica, he decidido quedarme quieta, correr hacia delante, cerrar los ojos, abrir mis brazos, impulsar el vuelo y tirarme. Desde hoy dejaré de caminar, para empezar a volar, hay mil y una cosas que me he remontado hacer y que por perdedora me resigné a dejarlas en una orilla, como si fueran cosas olvidadas, como todo aquello que sabes que alguna vez te puede servir, pero que en el fondo sabes que nunca más volverás a usar. No hay más tropiezos en mi mundo, no existen los errores, son sólo residuos de un tormentoso pasado que pronto se borra como arena al ser bañada por la sal del mar.
Ya perdí la cuenta de sus besos, ya olvidé su nombre, pero sí reconozco su piel, su calor, sus angustias, su olor, su cinismo y su mirada perdida en el escote de quien juega a perder, aunque esta vez no será así. Ganaremos los dos, cada quien a su manera, con la luna de cómplice, con el sol de inoportuno, con un “Te veré de nuevo”, aunque pasen las horas y se extingan los besos, siempre hay un reencuentro. Paso de inocente, peco de recatada, pero al encontrar tranquilidad y un lugar sin disturbios las horas se van de prisa y nunca son suficientes las caricias, los besos y las sensaciones que convertimos en naufragios. A escondidas, en mi cuarto, en el sofá, con la luz del día, los gemidos de mi loca irrealidad, me transporto a otros lugares mientras, él me hace eso que le dicen “amor”, no es su culpa, no es culpa de nadie en realidad, pero no quiero caer en las garras y perder todo lo que he ganado en las derrotas de la ilusión. El aprende de mi cuerpo y yo experimento sensaciones que si bien, pueden provocar explosiones en mi ser, no son tan verdaderas por mi tonta manera de reemplazarlo a él.
Nuestro próximo encuentro es más candente que el anterior, nos gusta, nos sienta bien esta saciedad, esta sed que se fuga con los gritos y el sudor de dos cuerpos que juegan… como locos con el calor de la pasión.